El cuerpo de Lord Gingarlic está sepultado bajo los escombros del muro, el muro semicircular que ayer daba forma al ábside de la iglesia de Santa Clara, de estilo neorrománico. Aunque inmóvil, en su mente se precipitan imágenes descontroladas, mezclándose recuerdos de vivencias de Tomás, una persona anónima, y las experiencias recientes de las batallas que lleva lidiando, desde comienzos de semana, con el ejército de la Quinta Dinastía, el más numeroso y cruel de cuantos se han conocido en el Estado de Nómeran.
Toda la población de la metrópoli, sojuzgada desde el último golpe de Estado, tres años atrás, y parte de la cual ahora se esconde en el subsuelo, había recuperado la esperanza con la irrupción de aquel personaje, de origen desconocido. Provisto de una tecnología avanzada, superior a todo lo existente en aquel momento, Lord Gingarlic lleva haciendo frente al poderoso ejército, oscuro de uniforme y oscuro en su propósito.
La Quinta Dinastía había instaurado un régimen con restricción de derechos y libertades. Su argumento para justificar su sistema político era, además de una economía y una sanidad colapsadas, la existencia de una ciudadanía irresponsable y egoísta. Tal pretexto lo habían tomado de las opiniones que desde hacía años las personas más sabias del mundo intelectual y filosófico advertían. Sin embargo, una vez en el poder, no contaron con ellas para aplicar sus ideas innovadoras en el sistema educativo sino que las apartaron, la mayoría de las veces, acallándolas con la prisión o la pena capital, en función del grado de activismo contrario al movimiento golpista.
—Todos tus sistemas funcionan correctamente. Superpotencia, restaurada.— Dice una voz de apariencia humana, una voz que sólo se oye en su cerebro gracias a la placa implantada dentro del cráneo. Aquel mensaje parece insuflarle vida pues la mano acorazada que se asoma entre dos pesados sillares empieza a articular los dedos, si bien con lentitud.
—Paso a modo automático unos minutos para que me saques de aquí, cielo.— Dice Lord Gingarlic. Ese “cielo” contrasta con la gravedad de su voz. Había aprendido a recurrir con frecuencia al piloto automático para hacer meditaciones breves, pues era la forma de conseguir energía adicional.
Está amaneciendo y con ello empieza a quedar patente, en los edificios, la dura confrontación de la noche anterior. Muchas de las estructuras arquitectónicas han desaparecido y acúmulos de cascotes y amasijos están envueltos de una densa humareda tras las múltiples deflagraciones nocturnas, algunos de cuyos fuegos aún siguen activos, aunque ya sin furia.
La calle está llena de soldados, bien pertrechados, rostros sedientos de la sangre de Lord Gingarlic, quien ha sido capaz, sólo él, de poner en duda la severidad de estas tropas.
—Activa invisibilidad, Deisy. Establece ubicaciones de los objetivos y rutas más seguras.
—Sí, mi amo.—Responde la voz de aspecto humano aparentando saber cómo utilizar un tono de sorna.
Una vez dispuesto el mecanismo, se adentra en la calzada, sorteando los obstáculos que se encuentra a su paso, con el mayor sigilo posible para evitar hacer ruido. A esa hora de la mañana y sin coches circulando excepto alguna furgoneta blindada de la policía, predomina un silencio intranquilo. Gracias a su casco insonorizado puede seguir comunicándose con su computador externo sin ser oído.
Mientras camina, tiene la sensación de haber escuchado el llanto desconsolado de un bebé. El desasosiego le desarbola y se plantea si ha perdido a la madre y añora el pecho que le daba alimento y calor a partes iguales, o si simplemente tiene el pañal sucio, o si lucha por brotar el primer diente. Hace un esfuerzo mental por convencerse de la opción menos mala y se permite una respiración profunda. No deja de cuestionarse si la ciudadanía, ahora que Lord Gingarlic ha surgido como el icono antisistema, está peor que antes, y si él es el responsable de los muertos, producto de los disturbios. Se obliga a repetirse por qué lo hace para no cejar en su empeño ni sumirse en el desánimo. A estas alturas, el gobierno del Estado, habrá empezado a difundir noticias falsas sobre su persona. Por ello, decide dar una nueva orden a Deisy:
—Quiero que cuelgues en la Red el mensaje de Explicación de Motivos.
—De acuerdo. Añado la pantalla gigante publicitaria de la Avenida Nuevos Aires como sistema de difusión. Es la única que aún sigue en pie.
En el vídeo aparece Lord Gingarlic pero con las facciones y la voz de un maduro Clint Eastwood gracias al trabajo de postproducción de Deisy. Mantenerse en el anonimato todavía era esencial, pensaba, si quería seguir teniendo opciones…
“Población de Nómeran, como sociedad, estamos sumidos en una profunda depresión. Incluso los que nos gobiernan la sufren. Muchos lo sienten desde el Golpe de Estado. Ahora que todo lo establecido sigue su proceso de desmoronamiento, serán pocos los que no vean la necesidad de cambiar. Pero el grito de la Tierra pidiendo que viremos nuestra vida viene de lejos. No os hagáis la pregunta de ¿qué puedo hacer por estar mejor, mi familia y yo? Este es el paradigma que debemos erradicar. La pregunta es ¿qué puedo hacer por ayudar al Todo? Las respuestas que se os devuelvan os indicarán cómo actuar con este sistema. La muerte está garantizada y debe ser asumida. Si vuestro objetivo es evitarla, sólo se perpetuará lo que debe terminar. Sois semillas que necesitais del fuego para poder germinar. Yo, Lord Gingarlic, os acompañaré en este camino y, limpiándolo de maleza, abriré espacios de esperanza”.
Te sumerges en la ficción futurista, a través de un personaje que, la verdad, mola bastante. Me ha sugerido ser una especie de Don Quijote, siendo la voz una suerte de Sancho Panza. El ejército oscuro, el autoritarismo, los escombros… es una buena escena, lástima que no tenga más desarrollo. Me atrae ese mensaje final, la reflexión con un enfoque que resulta una constante en tus escritos. ‘No os hagáis la pregunta de ¿qué puedo hacer por estar mejor, mi familia y yo? Este es el paradigma que debemos erradicar. La pregunta es ¿qué puedo hacer por ayudar al Todo? Las respuestas que se os devuelvan os indicarán cómo actuar’. Por desgracia, no estamos acostumbrados a ver héroes con superpoderes que se muevan bajo esa filosofía.
Creo que está bien escrito, que evitas las sobrecargas, y que consigues sumergir al lector en un mundo misterioso y nuevo. Tenebroso, pero con un rayo de esperanza. No pillo las referencias a tu ciudad, seguramente las has dejado escondidas en algún lugar. Lo único que me ha sacado un poco del ritmo ha sido ese ‘de estilo neorománico’, no sé muy bien si cuadra en el registro. Por otro lado, ¿qué pasa al final con el bebé? La reflexión que el protagonista se hace sobre su influencia positiva o negativa puede dar de sí, aunque sería mucho para 800 palabras.
Gracias por tu texto. Nos leemos.
Muchas gracias por tu esfuerzo, Alberto.
Me alegra que te haya gustado. En mi debe está no trabajar bien las ubicaciones. No pienso en ninguna en especial y eso se traduce en una menor riqueza descriptiva.
Creo que la temática escogida es difícil de encuadrarla en un relato breve y asumía que dejaría muchas cosas en el aire.
Pero en el caso del bebé pretendía generar esa duda de no saber lo que ocurre realmente porque es lo más parecido al proceso mental que solemos hacer: percibimos parte de una situación, y le damos forma llenando los huecos desconocidos según nuestro talante. Realmente saber lo que le pasa al bebé no es tan importante como lo que hace Gingarlic con esa poca información.
Un abrazo.
Hola Jose.
Me gusta el mundo en el que nos sumerges. Poco tiene que ver con tu ciudad, pero me da igual, a mi me gusta.
El mundo es distópico y para llegar a él utilizas cosas que se están diciendo mucho últimamente “ciudadanía irresponsable y egoísta”, “las personas más sabias del mundo intelectual y filosófico advertían”. En estas frases está la verdadera crítica de tu relato (a mi parecer, claro)
Creo que este personaje y este mundo necesita mas que 800 o 1000 palabras. De hecho, la narración se detiene muchas veces para explicarnos cosas de ese nuevo mundo y la entorpece, mientras que si tuvieras mas espacio, pues se podrían explicar bien mezcladas con la acción. En tu historia, la acción queda muy oculta.
El primer párrafo no sé si lo he pillado. Lord Gingarlic está sepultado, pero su mente esta viva, Es decir, que está enterrado vivo y se pone a recordar, que es luego la siguiente historia. NO sé, quizá me he equivocado. El episodio con el bebé, pues me creo que nuestro héroe se preocupe por un pequeño bebé, pero que piense todo lo que piense cual padre primerizo…pues como que no me pega con el personaje.
La reflexión del final esta bien. Me ha recordado a esa frase tan célebre de Kennedy:
“No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”
Buen trabajo.
Nos leemos
Hola, Jose
Me ha costado situarme en tu texto, en el contexto. Lo he tenido que leer varias veces, despacio, porque no me ubicaba. Como dices, faltan datos del lugar, alguna descripción del entorno. Una situación al principio del momento en el que sucede la acción. Algo que nos ayude a los lectores a verlo.
No parece un relato (con principio, nudo y desenlace) sino una parte de algo mucho más largo. Quizás puedas sacar de aquí el germen para un libro.
Sé que hay mensajes profundos que quieres hacer llegar, sobre cómo nos relacionamos con el mundo, que formamos parte de un Todo, el sentido de la vida… Pero creo que todo eso necesita mucho más espacio que 800 palabras.
En lo formal, nada más empezar escribes dos veces “el muro” y creo que queda raro. A lo mejor:
“El cuerpo de Lord Gingarlic está sepultado bajo los escombros del muro semicircular que ayer…”
En algunas partes, me he perdido con los tiempos verbales:
“Toda la población (…) había recuperado la esperanza con la irrupción de aquel personaje, de origen desconocido. (…) Lord Gingarlic lleva (¿llevaba?) haciendo frente al poderoso ejército, oscuro de uniforme y oscuro en su propósito.”
“—Todos tus sistemas funcionan correctamente. Superpotencia restaurada —dice (¿decía?) una voz de apariencia humana, una voz que sólo se oía en su cerebro gracias a la placa implantada dentro del cráneo. Aquel mensaje parece (¿parecía?) insuflarle vida pues la mano acorazada que se asomaba entre dos pesados sillares empieza (¿empezaba?) a articular los dedos, si bien con lentitud.”
Después de guion, si ponemos “dice tal o cual” se tiene que escribir en minúscula y sin punto al final de la frase.
“—Paso a modo automático unos minutos para que me saques de aquí, cielo —dice Lord Gingarlic.”
Y “necesitáis” lleva tilde.
Nos leemos.
Gracias por tus comentarios.
La acción transcurre en presente. Por eso de su utilización.
Me apunto lo de hacer contenidos que terminen en el propio relato. Y de esta forma seguro que se entiende y es más fácil que uno, el que escribe, no dé la sensación que se ha perdido.
Gracias por la aclaración de la estructura de los diálogos. Pongo un texto en varios para acordarme.
Un abrazo.
Hola Jose,
este mundo distópico me recuerda mucho a V de vendeta. Parece que es necesario destrucción para volver a resurgir, de hecho creo que el personaje se pregunta si la destrucción es provocada por él.
Creo que dice mucho de los valores del personaje su percepción sobre el bebé aunque parezca un párrafo un poco aislado en el argumento general.
Sin duda creas un mundo imaginario con un pensamiento muy actual e interasante.
Enhorabuena.