Javier se levantó casi por inercia de la cama, arrastrando los pies, no había pegado ojo en toda la noche. Se miró la cara en el espejo, esas ojeras no podían ser suyas, se pasó una la mano por la barba y suspiró. Buscó la máquina cortapelo, recordaba haberla puesto en el último cajón, al agacharse emitió un quejido, se sentía oxidado. Cuando nació la niña, compró la bici estática para dejar de ir al gimnasio y solo la había usado unos días, luego quedó olvidada bajo las camisas a modo de colgador. Poco después cogió la excedencia y sintió como se adentraba en el túnel, como él lo llamaba, que duró un año. Esta semana, sin falta, retomaría el ejercicio. Ahí estaba, la caja de la maquinilla Moser, la sacó y desenrolló todo el cable conectándolo a la corriente, luego seleccionó la posición de la palanca para un corte al uno y fue viendo cómo el lavabo se llenaba de un pelo que ya no era tan negro, los grises y los blancos iban ganando terreno. Una vez descabezada la barba cogió el bote de la espuma de afeitar para acabar el trabajo. Apretó el spray y casi de la nada creció un copo de espuma que llenó su mano, sintió su peso leve, su textura efímera, se la repartió por la cara y fue pasando la cuchilla tratando de mantener el ángulo adecuado para no cortarse y apurar el pelo. Su nariz recordó el olor de esa rutina mañanera. Cuando terminó, se aclaró con agua y hundió su cara en la mullida toalla blanca. Observó restos de sangre en la toalla, se miró al espejo y vio como brotaba levemente debajo de la mandíbula. Cogió un trozo de papel higiénico y lo colocó sobre el corte hasta que quedó pegado. Pasó de nuevo la mano por su cara fresca y sintió su suavidad. Antes de ducharse debería recoger bien todos esos pelos si no quería embozar el lavabo. Aunque hubiera sido mejor pensarlo antes de abrir el grifo y echar toda esa agua, ahora todo ese pelo flotaba como los restos de un naufragio. Fue a la cocina, cogió el colador grande, resuelto fue pescando los restos y sacudiéndolos contra el váter para deshacerse de ellos. Un trabajo rápido del que nadie tenía por qué enterarse. Abrió el grifo de la ducha y espero hasta que el agua salió muy caliente para meterse debajo. Ahí, entre el vapor, aguantó estoicamente esa lluvia hirviendo que casi le abrasaba la piel con la esperanza de que arrancara de su cuerpo todo el cansancio acumulado el último año.
Cuándo pidió la excedencia para cuidar a su niña, no se imaginaba que fuera a ser un suplicio, no había noche que no se despertara dos o tres veces y era él, siempre él, quien se levantaba y se quedaba con ella hasta que se volvía a dormir. Ese había sido el acuerdo.
Después rápidamente se vistió y despertó a la niña para prepararla y llevarla a la guardería, no quería llegar tarde en su primer día al trabajo.
Era una mañana fría de invierno, por el camino fue recordando sus viejas rutinas, en el bus reconoció algunas caras vagamente familiares.
Cuando llegó a la oficina ya le estaban esperando con un café en la mano. Saludó a todos efusivamente.
–En 5 minutos salimos para el cliente, –dijo Daniel –no te acomodes.
Aprovecharían para presentarle a la gente del cliente.
–¡Campeón, vaya año sabático te has pegado!, –le espetó David.
–Bueno, ¿y qué tal la experiencia de criar una hija? –preguntó Ana.
–Muy bien. Una experiencia maravillosa, creo que el vínculo que he adquirido con mi hija no se perderá fácilmente.
–Eres un ejemplo, no muchos chicos hacen eso.
Sonrió, después de todo le gustaba que le dijeran eso.
Cuando llegaron a la oficina del cliente, al desprenderse del abrigo, los demás se quedaron mirándole con la boca abierta. Llevaba puesta la camiseta del pijama de los Lunnis.
Hola, Carlos
Me ha gustado el texto. Te has centrado en el momento del afeitado para simbolizar el hito que supone el fin de la excedencia. Me ha sacado de la lectura, y creo que sobra, la parte que menciona la bicicleta estática.
Veo que estás a tope escribiendo. Está genial. Te diría que revises releyendo en voz alta para corregir alguna cosita que supongo te dirá Natalia 😉
En el texto, hay un contenido oculto que tiene fuerza y que hace plantearnos preguntas como por qué se cogió él la excedencia y no ella, acaso hay ella, y si no hay ella, por qué, ¿fallecimiento o separación? Dejar esas cosas abiertas dan un punto que para mí es positivo en un relato.
Nos vamos leyendo.
Hola Jose,
quizás en que hay que centrarse en un hilo conductor para no sacarte de la lectura.
En cuanto a la mujer, en principio si existe pero tenían un acuerdo y el hizo casi todo el trabajo.
El tema del relato trataba de un conflicto cotidiano, ambientes y gestos. Yo me he centrado sobre todo en ese día de transición de vuelta al trabajo.
Me acordé de la anécdota final y a partir de ahí desarrolle el conflicto.
Gracias, nos leemos.
Hola, Carlos
Me ha gustado tu relato, sobre todo por el tema y el trasfondo sobre la maternidad/paternidad. Hay mucha mentira detrás y, cuando te enfrentas a ello, te das cuenta de que no todo es tan bonito. Creo que es necesario hablar claro. Ser padres es una experiencia maravillosa en algunos aspectos y muy dura y difícil en otros. Tu protagonista le dice a un compañero que ha sido una experiencia maravillosa, pero el lector ya sabe que no es verdad.
Me ha chocado que fuera un chico el que ha pedido la excedencia pero es verdad que se van viendo más casos con el paso del tiempo (pocos, también hay que decirlo).
Me ha parecido bien escogido ese momento del afeitado, preparándose para su vuelta, sin darse cuenta de que no se puesto la pieza de ropa correcta.
En lo formal,
con tilde:
cómo se adentraba en el túnel
vio cómo brotaba levemente debajo de la mandíbula
y esperó hasta que el agua salió muy caliente
Sin tilde:
Cuando pidió la excedencia
Y dos dudas:
¿no quería llegar tarde en su primer día DE trabajo? O ¿no quería llegar tarde al trabajo en su primer día? En su primer día “al trabajo” me suena raro.
En 5 minutos salimos para el cliente (¿a ver al cliente?)
Enhorabuena por el trabajo 😉
Un abrazo.
Hola Natalia,
supongo que las dos dudas son incorreciones del lenguaje hablado. Gracias por puntualizar.
El hecho del que protagonista sea un chico es precisamente para salir de los roles más convenionales.
Un abrazo