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García está desayunando, café, una tostada y la píldoras de la ansiedad. Abre el periódico y se centra en una noticia: “comer menos carne y potenciar una ganadería más sostenible”, la brisa fresca entra por el balcón abierto, aprovecha para respirar profundamente.

Mira de reojo la televisión: “Dónde me pongan un chuletón al punto … eso es imbatible”, dice el presidente respondiendo a preguntas de los periodistas.

–¿Pero cómo se puede ser tan cuñao?, –dice mientras tira el periódico sobre la mesa.

García es un hombre comprometido, no se toma las cosas a la ligera y le molesta que los demás lo hagan.

Después de desayunar, se pone a trabajar. Desde hace unos meses, trabaja en su casa, con el distanciamiento social se ha vuelto más inflexible y más irascible, está obsesionado con el cambio climático, ya ha tenido alguna que otra bronca con su mujer por eso y hasta ella le ha aconsejado visitar un psicólogo.

Es puntual, empieza a las nueve y a la una en punto para, prepara la comida, come solo, su mujer no vuelve hasta por la noche. Con la barriga llena se queda transpuesto en el sofá, con la televisión encendida de fondo, hablando de la polémica de la semana.

En su duermevela sus obsesiones lo conducen a una realidad deformada paralela donde se escucha a sí mismo.

“En las tertulias de radio y televisión, no tardaron en hacerse eco de las palabras del presidente y lo incluyeron como objeto de negocio. Como siempre, democráticamente trataron de dar la palabra de una forma equilibrada a ambas opiniones y tampoco es de extrañar que los de un lado se tiraran por el chuletón casi crudo y los del otro por el muy hecho. Las justificaciones y la información con la que se ilustraba a la audiencia era variada, unas tocaban el sentimiento patrio de la piel de toro, otras aireaban la excelencia de sabores y gusto que tiene un buen chuletón con la suficiente grasa infiltrada y los días exactos de maduración con el punto exacto de brasa, los había que sacaban a relucir su faceta internacional aduciendo la excelencia de la raza Wagyu criada en Kobe en las mejores condiciones,  con su masajes diarios y su música clásica.

La polémica saltó a las calles por el lado del derecho: ¿Cómo podía ser que el gobierno nos dijera cómo nos teníamos que comer el chuletón?, esto atentaba contra los más básicos principios de la Constitución.

La redes echaban humo, #yomelocomocrudo era trending topic y sus partidarios animaban a tomar las calles pidiendo que cada uno llevara una buena pieza de carne para mostrarla en señal de protesta, no era obligatorio que fuera carne de primera, cada uno en función de sus posibilidades. Los que no comulgaban con este lema, pidieron llevar también material de barbacoa para demostrar que “donde haya un chuletón bien hecho no hay sitio para nada más”. Algunos pocos que salieron en apoyo del presidente fueron considerados unos tibios por reclamar que en el punto está la virtud, acusados de equidistancia no tardaron en ser silenciados.

No faltaron oportunistas, con intenciones espúreas, que trataron de hacer que la confrontación saltara de la carne al pescado, propusieron dilucidar si era mejor el sushi o la salmuera, pero esa extensión de la polémica no cuajó. Los futbolistas, como voz autorizada en tendencias, fueron preguntados. Todos ellos preferían la carne al pescado, pero se reservaban para ellos si les gustaba muy o poco hecha. Estaban seguros que entre los aficionados había diferentes opiniones, y fieles a su costumbre no iban a entrar en una polémica. Toda declaración que no fuera “el VAR nos perjudica” o “el fútbol es así” no estaba bien vista,  no iban a ser ellos los que instigaran una quiebra en la afición que derivara en abucheos el domingo.

Preguntaron a los científicos. La ciencia consideraba algunas propiedades del alimento animal que se traducía en diferentes recomendaciones, eran estudios conveniente revisados por pares, pero no se encontró un material suficientemente claro y libre de matices como la sociedad demandaba, así que las observaciones pasaron casi inadvertidas al no generar la controversia suficiente para alzase por encima de tanto ruido. Además quién está dispuesto a estudiar en detalle molecular cuando estamos hablando de un chuletón, una comida contundente y a la vez sutil, algo que todo el mundo debe experimentar en carne propia hasta decidir cómo le gusta más. Experimentar es la mejor recomendación que se puede hacer y que está completamente alineada con el método científico.

La rápida demanda de carne subió los precios y retiró del mercado carne ante la perspectiva de ganancias invirtiendo en una adecuada maceración. No faltaron los asaltos y las peleas, ante el insulto de chuleta otro le respondía llamándole chorizo, y no dudaban en propinarse cortes con el cuchillo de lonchear carpaccio o atizarse con las tenazas enrojecidas por el fuego como señal identificativa que dejara claro quién tenía razón.”

De repente García se despierta sobresaltado, el corazón le va a más de 100 pulsaciones, durante cinco minutos trata de calmase tratando de pensar en otra cosa. Después busca la tarjeta del psicólogo que le ha dejado su mujer y llama.

Join the discussion 5 Comments

  • Natalia dice:

    Hola, Carlos
    Tú siempre aprovechando los sucesos de la actualidad, jeje
    Me gusta la crítica que subyace en tu relato, a cómo funciona la sociedad, a cómo nos obligan a posicionarnos siempre en un bando u otro, esta necesidad de meternos a todos en grupos y subgrupos, el ninguneo de los que buscan el término medio y el equilibrio. El chuletón es la excusa para mostrarnos la realidad en la que vivimos hoy en día.

    En lo formal, toda la parte que se supone que dice él mismo en sueños yo la habría escrito entre comillas, no en cursiva.
    Te anoto algunas cosas que he visto:
    y hasta ella le ha aconsejado visitar un psicólogo (para que se entienda quién ha aconsejado a quién, me falta “ella”).
    y fieles a su costumbre no iban a entrar en una polémica (fieles, iban. Plural).
    que está completamente alineada con el método científico (en femenino, la recomendación).
    Tildes:
    donde se escucha a sí mismo.
    nos dijera cómo nos teníamos que comer el chuletón?
    pero esa extensión de la polémica no cuajó
    Además quién está dispuesto a estudiar en detalle molecular
    que dejara claro quién tenía razón

    Enhorabuena por tu trabajo. Me alegra volver a verte por aquí 🙂
    Un abrazo.

    • Carlos dice:

      Hola Natalia,
      gracias por tus comentarios y tus correcciones, ya están aplicadas. 🙂
      Un tema de actualidad que intenté enfocarlo como una metáfora de la superficialidad y del uso interesado de la información en los medios.

      Tengo que pasarme más por el blog, porque siempre se disfruta.
      Un abrazo.

  • Jorge dice:

    Hola Carlos.
    ¡Cómo te gustan los temas de actualidad!
    La crítica que haces es buena. Y además la comparto. Simpatizo con esa forma de entender o de ver las cosas. Y si, hace mucho que la actualidad (no quiero decir política) me cansa mucho. Han conseguido que ya no me importe. Incluso con un poquito mas de tiempo conseguiré que no me afecte.
    Respecto del relato, me gusta cuando entra la voz de García y nos vuelca ese torrente de pensamiento saltando de un lado a otro. Yo lo que haría sería cargarme la voz del narrador omnisciente que no lo necesitas. La información que da, la puede dar el propio García dentro de sus reflexiones. Y sus acciones también pueden quedar enmascaradas. Es decir, haría un escrito en primera persona con torrente de pensamiento, que incluso puede acabar igual.
    Buen trabajo
    Jorge

    • Carlos dice:

      Hola Jorge,
      comencé el relato como narrador onmisciente, en plan ensayo, pero después la cambie metiendo el personaje de García porque si no me dijeron que no era historia.
      Se que está un poco forzado el tema del sueño pero era la forma de aprovecharlo, como los relatos evolucionan con el tiempo como el vino, veremos como sabe la próxima vez. 😉
      Gracias por comentar.
      Saludos.

  • Jose dice:

    Hola, Carlos
    muchas gracias por escribir y llevarnos temas de actualidad a debate.
    Llevo varios días leyendo el texto. Veo que es un resumen de la situación que ha generado el asunto. Creo que si se hubiese encarado de otra forma el resultado hubiese sido más adecuado, dejando la palabra adecuado como algo completamente subjetivo a mi forma de verlo, que quede claro. Voy a tratar de explicar cómo hubiese sido este planteamiento alternativo:
    En lugar de meter todo el meollo del asunto en una situación de duermevela, que parece bastante inverosímil en ese estado, hubiese centrado el texto en la mañana de él, con la secuencia de actividades que desarrolla durante ese momento y entre medias ir colando los pensamientos que le van surgiendo sobre el asunto (el contenido que has puesto de duermevela) pero trufado entre las acciones. El conflicto puede ser el problema de atención que está teniendo el protagonista para hacer las cosas con acierto, y cómo se va equivocando, se corta al afeitarse, se le rompe un vaso al fregar, envía un correo sin adjunto,… mil cosas, que le están saliendo mal con todo lo que está pensando sobre el chuletón, y ahí se ve que se está poniendo flemático, con expresiones soeces, con lamentos, con gestos en la cara, sin contarnos cómo está, “simplemente” demostrándolo. Pero para ello, hay que sentarse y pensar de qué forma le va a afectar el chuletón en aquella mañana, cómo le va a impedir qué cosa.
    Es como lo veo, no tengo la verdad, en absoluto, pero mi sensación es que atraparía el interés del lector mucho más.

    Muchas gracias por seguir escribiendo. ¡Sigue así!

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