Salió tan precipitadamente que casi se tropieza con Manuel, el bedel, que se apartó como pudo deseándole buenos días.
La conocía de vista ya que era una habitual de la biblioteca y le resultaba chocante sobre todo su manera de vestir, siempre con colores vivos y vestidos un poco extravagantes, habría quien diría que estaban pasados de moda, probablemente heredados de una madre rebelde que hubiera vivido en Ibiza en los noventa o de una abuela que viviera en América en los sesenta. Lo que más curioso le resultaba era que siempre llevaba calcetines de dos colores diferentes, lo cual pensó que era muy práctico ya que no precisaba dedicar tiempo a emparejarlos.
Ella sin detenerse le soltó un azorado perdón y le devolvió el saludo, tan precipitada que al momento pensó que no sabía si le había respondido buenos días o buenas tardes. Bueno, eran las 12, tampoco importaba mucho. Pensó en que aquel chico siempre la saludaba. Con su amiga Lola había apostado que seguramente tenía su misma edad, no le habían preguntado para comprobarlo, pero ella decía que el uniforme le hacía mayor y que su sonrisa no parecía la de un bedel.
Abrió la puerta a la calle, el aire caliente pareció entrar con la misma prisa con la que ella salía. Rápidamente, buscó las gafas de sol en su bolso repleto. Le costó un poco sacarlas porque las patillas se enganchaban como evitando salir y enfrentarse con ese sol abrasador. Al ponérselas sintió un gran alivio en sus ojos azules, al tiempo que ya empezaba a notar el peso del calor sobre sus hombros. Aprovechó la sombra de los árboles intentando que en ningún momento se dibujara la suya sobre el suelo, era un alivio momentáneo que debía agradecer a esos árboles. Recordó entonces que el sábado había quedado para llevar a cabo la recogida mensual de basura en el campo con su asociación, instintivamente miró el móvil, abrió la aplicación de AEMET y siguió con la mirada los días de la semana hasta el sábado, todos ellos superaban los cuarenta grados, ese pensamiento la angustió, últimamente ni el yoga conseguía apartar sus pensamientos de crisis climática.
Trató de concentrarse en lo que le obligaba a salir a estas hora del remanso de paz y frescor de la biblioteca, repasó mentalmente los papeles para solicitar las prácticas, estos empezaron a dar vueltas en su cabeza, como pájaros los imaginó uno a uno haciendo que se posaran en las ramas de uno de aquellos árboles, uno que no sabía si había rellenado bien lo identificó con un cuervo negro, otros que eran más sencillos y que había entregado en otras ocasiones los asimiló a amigables gorriones.
Frenó en seco cuando un coche le pitó violentamente sacándola de sus ensoñaciones junto al paso de cebra. El corazón le dio un vuelco y siguió latiendo con fuerza como queriendo escapar.
En vez de esperar en la marquesina del bus, atestada de gente, prefirió seguir a pie por la avenida despoblada de sombra que a los pocos pasos se le antojó una travesía por el desierto bajo la calima. Empezó a sentir el sudor de sus manos contra el plástico de sus carpetas, como el vestido se pegaba contra la parte baja de su espalda y la incomodidad del roce de sus piernas. La brisa abrasaba su pelo, los labios estaban resecos y la lengua trataba de achicar algo de saliva. A pocos metros vio una mesa vacía al otro lado de un ventanal con buenas vistas al exterior, un granizado bien fresquito la devolvería a la vida. Empujó la puerta con todo el cuerpo y se precipitó sobre la mesa casi sin tomar aliento.
Una mujer se acercó para preguntarle:
- ¿Te encuentras bien?
- Tengo un calor horrible, por favor, ¿podría traerme un granizado de limón?
- ¿Un granizado? ¿de limón?, preguntó con cara sorprendida.
- ¿No tiene?
- Pero en el letrero pone Granizados.
- Lo siento, mi niña, pero te has confundido, pone Barnizados, pero si quieres te puedo ofrecer un poco de agua.
Hola, Carlos
Antes que nada decirte que me alegra que hayas vuelto a los cursos de escritura y a esta web 🙂
En cuanto al texto, me ha costado ver qué querías contar de tu protagonista y el bedel me ha despistado. Creía que la historia tenía que ver con él pero luego he visto que no.
Echo de menos que tu protagonista tenga nombre (el bedel lo tiene, hasta la amiga lo tiene).
Entiendo que tu giro brusco es el final. Está claro que las prisas son muy malas, jeje Tan ajetreada y sedienta va, que no ha leído bien el cartel.
Veo algunos problemas de foco y me faltan nombres para saber quién hace qué:
“Salió tan precipitadamente que casi se tropieza con Manuel…” (¿quién? ¿Cómo se llama la protagonista?)
“La conocía de vista ya que era una habitual de la biblioteca…” (esto despista, me falta “Manuel” porque has empezado con el foco en ella).
“Abrió la puerta a la calle, el aire caliente pareció entrar” (me sigue faltando el nombre de tu protagonista)
Aquí hay una opinión del narrador y no puede opinar porque es en tercera persona:
“habría quien diría que estaban pasados de moda, probablemente heredados de una madre rebelde que hubiera vivido en Ibiza en los noventa o de una abuela que viviera en América en los sesenta.” (lo arreglarías diciendo que Manuel imaginaba que los había heredado de una madre rebelde…).
En cuanto al diálogo final, creo que tiene que ir así, has puesto en dos líneas de diálogo lo que dice tu protagonista.
– ¿No tiene? Pero en el letrero pone Granizados.
– Lo siento, mi niña, pero te has confundido, pone Barnizados, pero si quieres te puedo ofrecer un poco de agua.
Espero que te sirvan los comentarios.
Enhorabuena por el trabajo 😉
Un abrazo.
Gracias Natalia,
Reviso para reorientar lo que me dices.
Hola, Carlos
Ha sido una gran sorpresa y alegría volver a verte por aquí. Espero que te vuelvas a enganchar y puedas ser la bocanada de aire fresco que siempre es bueno tener. Paso a comentarte el texto, recuerda, que desde el cariño.
“Salió tan precipitadamente que casi se tropieza con Manuel, el bedel, que se apartó como pudo deseándole buenos días.”
Creo que “se tropieza” debería ir en otro tiempo verbal.
“La conocía de vista ya que era una habitual de la biblioteca y le resultaba chocante sobre todo su manera de vestir, siempre con colores vivos y vestidos un poco extravagantes, habría quien diría que estaban pasados de moda, probablemente heredados de una madre rebelde que hubiera vivido en Ibiza en los noventa o de una abuela que viviera en América en los sesenta. Lo que más curioso le resultaba era que siempre llevaba calcetines de dos colores diferentes, lo cual pensó que era muy práctico ya que no precisaba dedicar tiempo a emparejarlos.”
En este párrafo has cambiado el foco de ella al bedel. Es mejor mantener el punto sobre el que pivotas en un personaje. Así evitamos confusiones. A mí, verlo así me ha costado un poco. Si quieres dar este tipo de información, lo mantendría desde el punto del narrador.
“Recordó entonces que el sábado había quedado para llevar a cabo la recogida mensual de basura en el campo con su asociación, instintivamente miró el móvil, abrió la aplicación de AEMET y siguió con la mirada los días de la semana hasta el sábado, todos ellos superaban los cuarenta grados, ese pensamiento la angustió, últimamente ni el yoga conseguía apartar sus pensamientos de crisis climática.”
Este fragmento se me antoja demasiado largo; algún punto hubiese facilitado la lectura. Un consejo que nos damos mucho es leer el texto en voz alta.
“Trató de concentrarse en lo que le obligaba a salir a estas hora del remanso de paz y frescor de la biblioteca, repasó mentalmente los papeles para solicitar las prácticas, estos empezaron a dar vueltas en su cabeza, como pájaros los imaginó uno a uno haciendo que se posaran en las ramas de uno de aquellos árboles, uno que no sabía si había rellenado bien lo identificó con un cuervo negro, otros que eran más sencillos y que había entregado en otras ocasiones los asimiló a amigables gorriones.”
En este párrafo te hago la misma observación acerca de la longitud de la frase.
Estaría bien saber qué emoción o pensamiento tenía para a pesar del calor atreverse a andar toda la avenida. No porque “atestada de gente” pueda parecer insuficiente, sino para entender y acercarnos más al personaje.
“La brisa abrasaba su pelo, los labios estaban resecos y la lengua trataba de achicar algo de saliva.”
Describes muy bien la sensación de calor. Nos metemos de lleno en esa sensación que tiene ella.
El final termina con nota de humor, un auténtico espejismo, muy buena analogía con las sensaciones que se deben experimentar en el desierto. Si bien me falta cerrar la historia un poco más pues me ha parecido que se queda a medias. Pregúntate si nos querías mostrar algo más de lo que le pasa a la joven o no.
Hola José,
la propuesta del relato es: Cuenta una acción cotidiana que comience de un modo habitual pero en la que se introduzca, de pronto, algún viraje brusco, causado por un suceso imprevisible.
El tema de las frases largas y las comas se me hace difícil afinarla, espero poder pulirlo con el tiempo.
Respecto del foco, también lo comentó Natalia, así que lo he modificado introduciendo sus nombres para que quede más claro.
Gracias por comentar, seguimos leyéndonos.
Hola Carlos.
Qué bien tenerte por aquí. Me alegro mucho.
Vamos al tajo. Me ha gustado el final, es un giro al final que sorprende, aunque sea una simple confusión. Yo trabajaría el tema SED desde el principio del relato, y que se repita de varias maneras y varias veces mientras nos vas contando lo que quieras del protagonista y de la gente que le rodea y lo que hace. Es para que el relato tenga mas solidez y trate de lo que trata que es de la sed y como no se puede satisfacer con según que líquidos.
Los temas de foco te los ha dicho Natalia. A veces no se sabe quién hace la acción. A mi no me hace falta tanto el nombre del prota si no quieres pero si que debes asegurarte de que solo hay una interpretación posible de quién hace la acción.
Lo último una chorrada: “calcetines de dos colores” no es lo mismo que “un calcetín de cada color”. Como luego lo explicas queda claro, pero mi primera imagen no ha sido la que buscabas.
Avísanos del tiempo que tenemos para corregirte a tiempo de llegar a tus entregas.
Buen trabajo.
Hola Jorge,
las cosas se ven bastante mejor desde fuera. A pesar que escribo y lo dejo reposar para volver a leerlo, no es lo mismo que verlo con otros ojos.
Cambié un poco el texto, tal como sugería Natalia, para que se aclarara más.
Lo de la sed es una idea, lo cierto es que el tema iba de un giro brusco y me acorde de esta historia real de los granizados. Me pareció graciosa.
Enseguida pongo la siguiente para que tengáis tiempo para opinar.
A ver con el curso retomo la rutina de escribir.
Nos leemos.