—No tengo Tinder, ¿cómo puede ser?
—No sé cómo puede ser —replicó Jon—, pero aquí están tu cara y tu nombre de guerra: “Salsa”. Un pseudónimo muy molón, por cierto.
Mikel le arrancó el móvil de las manos y observó la foto durante unos segundos, con el rostro inmóvil y la boca ligeramente abierta. Consultó el perfil: «Libre. Salvaje. Sorpréndete conmigo».
—Pero, ¿qué mierda es esta…?
—Y me consta que tus necesidades en la cama se ven más que cubiertas, no estás tú para buscar aventuras heterosexuales ahora, ¿verdad?
—No digas chorradas, Jon —espetó Mikel a la vez que arrojaba el teléfono sobre la mesa.
—¡Oye! ¡El móvil no tiene la culpa!
—¡Alguien me está gastando una broma, joder, y de muy mal gusto!
Mikel se froto el pelo con ambas manos, resoplando. Jon sonrió, mirándole fijamente a los ojos. Recogió el teléfono, lo devolvió a su bolsillo, y cuando la mano regresó al mantel acarició el puño crispado de su pareja.
—Jon, de verdad, no sé quién ha podido…
—Escucha, está claro que alguien te quiere putear, o gastarte una broma pesada. No te preocupes por mí, en ningún momento me lo he tomado en serio. Lo que tienes que hacer es escribir a la compañía y denunciar la suplantación de identidad. Eliminarán el perfil en cuestión de horas.
La camarera se acercó con las dos copas de crianza, las dejó sobre la mesa con gesto amable y se retiró. Mikel siguió sus pasos con la mirada. La piel de su cara se veía roja, y en la frente aparecían perlas de sudor.
—Si, eso haré, en cuanto llegue a casa. Oye, ¿y tú que hacías mirando Tinder?
Jon soltó una carcajada clara y sonora. Alzó la copa:
—¿Ahora vas a ser tú el celoso, que estás en Tinder buscando líos? Te vio mi hermana y me llamó, toda apurada. No se lo tomes en cuenta, la pobre no sabía que hacer y al final decidió poner a su pequeño brother sobre aviso. Venga, un brindis y a otra cosa.
—¡No me jodas, Jon! Dios, ¿cuanta gente más lo habrá visto? Qué vergüenza… Como me entere de quién ha sido, lo mato.
—Oye, no me dejes con la copa levantada como un bobo, o me la beberé de un trago. Tú escribe a la compañía, y ya nos enteraremos de quién ha sido el gracioso, o la graciosa.
Los cristales se encontraron en el aire, y los dos bebieron un sorbo. Mikel seguía paralizado, con un puño sobre la mesa y la cabeza descansando en la palma de la otra mano. Jon, pensativo, hacía círculos con el dedo índice siguiendo la boca de la copa.
—Escucha, Mikel, esto que te digo no tiene nada que ver con la broma del Tinder, pero me parece una buena excusa para recordarlo. Sabes que esta es una relación en la que la honestidad juega un papel esencial…
—Joder, Jon, no me leas la cartilla, tío.
—¡Déjame hablar, me cago en la leche! —el tono alegre de Jon conseguía relajar el ambiente—, esto no es ninguna bronca. Al contrario: sé que el deseo es algo complejo, lo hemos hablado muchas veces, no nos gusta meterlo en una jaula. Asumimos el coste de esta apuesta desde el principio. Yo nunca me he acostado con una tía, ya lo sabes. Pero somos conscientes de que hay un componente de bisexualidad que te acompañará siempre, y eso no es malo.
—Jon, yo no tengo ninguna necesidad sexual fuera de esta pareja. Me basta y me sobra contigo. Hace casi diez años que no me lío con una tía. Ya no me veo a mí mismo como una persona bisexual.
—¡Escúchame un minuto, y deja de disculparte! Cuando te quedas atascado con algo, hay que ver cómo cuesta sacarte —la sonrisa de Jon se esfumó por primera vez desde el inicio de la conversación—. Solo quería recordarte que cualquier cosa que sientas y que entiendas que puede crear un conflicto dentro de lo nuestro, lo podemos abordar con tranquilidad.
—Que sí, que ya lo sé…
—¡No me trates como un pesado! Esto no es un sermón del cura, es tu novio hablando de la salud y el bienestar de nuestra pareja.
De pronto, Jon apoyó las palmas de la mano en la mesa para incorporarse.
—Voy al baño, te dejo solo un par de minutos, aprovecha para relajarte un poco.
Mikel vio desaparecer la espalda de Jon tras la puerta de los servicios, y bebió un trago de crianza. Siempre le pasa lo mismo, pensó, pierde el buen humor en cuanto aparece su faceta más tolerante. Pero, ¿qué podía reprocharle? Acarició la base de la copa, y se propuso ser más amable y humilde. Al fin y al cabo, lo habían pillado.
Hola, Alberto
¡Cuántas historias similares habrá por ahí! ¡Cuánta gente probando, disfrutando incluso del riesgo de ser descubiertos!
Me ha gustado mucho tu texto. Nos llevas muy bien llevados hasta la sorpresa final. Los diálogos son fluidos y las descripciones nos permiten ver movimientos de los personajes, que aportan información sin ralentizar la lectura. La conversación es muy dinámica.
Un relato con sentido, bien ordenado y claro. Enhorabuena.
En lo formal, me han faltado tres tildes: frotó, qué y cuánta.
“Mikel se frotó el pelo”.
“La pobre no sabía qué hacer”.
“¿Cuánta gente más lo habrá visto?”
Al final escribes un pensamiento de Mikel. Creo que, de la manera en qué lo has escrito, tiene que ir entre comillas:
“Siempre le pasa lo mismo”, pensó, “pierde el buen humor en cuanto aparece su faceta más tolerante”.
O, si no quieres usar comillas, habría que ponerlo así: Mikel pensó que a Jon siempre le pasaba lo mismo, perdía el buen humor en cuanto aparecía su faceta más tolerante.
Felicidades otra vez por tu trabajo 🙂
Nos leemos.
Esas tildes… Qué malas son. En el uso de las comillas veo que hay autoras que se toman la libertad de no entrecomillar los pensamientos de sus personajes, aunque entiendo que lo formal así lo indica. Gracias por tu comentario.
Hola Alberto.
Me ha gustado tu relato. Finalmente me sorprendes. A mí Mikel me la habría colado seguro. Soy un poco confiado o es que está bien escrito.
También me gusta que has usado mucho el estilo directo y bien utilizado. El texto es ágil, rápido, directo, y llegas al final sin apenas darte cuenta. He echado de menos algunas de tus figuras de otros relatos, pero claro, no se puede tener todo.
La pareja elegida también está muy bien, porque explora la homosexualidad y la bisexualidad con mucha naturalidad. Los dos hablan sin pelos en la lengua y hace totalmente verosímil el cuento. No sé con cual de los dos identificarme. Quizá un poco con cada uno de ellos.
Muchas gracias por este rato.
Nos leemos.
Muchas gracias, Jorge
Hola, Alberto
eres el único que ha hecho un diálogo de pareja, en este caso homosexual. Es un buen recurso para tratar el conflicto de la monogamia homosexual, que no sé si es más compleja que la heterosexual o si no hay diferencias. Ahí hay tema para investigar.
Das una frase muy corta que puede pasar desapercibida, desde luego para Jon parece que lo fue: “la siguió con la mirada”; una frase que te está dando pistas de hacia donde pueden ir los derroteros.
Aunque el diálogo ha monopolizado el relato, me hubiese gustado que el narrador diera alguna explicación adicional para hacernos ver quien asume el rol femenino en la relación, que todo apunta a que es Jon. Creo que es relevante en este caso, si bien, el texto deja entrever que así es. Lo mismo me ocurre para el caso de las respuesta de Mikel. Si se trata de un farsante y no se espera la pillada, me parece necesaria alguna reacción emocional explicada por el narrador, del tipo “con la voz entrecortada” o algo más sutil pero que se note la incomodidad. Esta incomodidad no tenía tampoco porqué delatar el final, porque la simple insinuación de acusación, o tan solo la duda, puede generar en la persona señalada una reacción emocional aunque no hubiese hecho el acto que se le “acusa”.
Me ha resultado muy entretenido. Muchas gracias por el esfuerzo.
Nos leemos.
Gracias por tu comentario y sugerencia, Jose. En cuanto a los roles de género que adoptan Mikel y Jon en la pareja, creo que es un tópico a superar el hecho de que en una pareja homosexual por sistema uno adopte el rol activo-másculino y otro el pasivo-femenino. Que sea un tópico no quiere decir que no sea un hecho frecuente; simplemente la realidad es, afortunadamente, mucho más diversa. En cualquier caso, ¿en qué consideras que es relevante el rol de género que adopta Jon o Mikel? ¿En qué se traduciría la adopción de dicho rol, en este relato? Un debate interesante, ¿no crees?
Un abrazo.
Hola Alberto,
Has hecho el relato echando mano del dialogo, lo que lo hace dinámico pero igual en estos casos los pensamientos de cada uno sería interesante verlos ya que obviamente no pueden ser totalmente trasparentes el uno con el otro.
En la primera lectura no he percibido la tensión que se su pone que tiene una discusión sobre estos temas, quizás si el narrador nos pusiera en contexto al principio sería más efectivo.
Enhorabuena.