Ese día mi amiga Raquel y yo habíamos quedado para tomar algo. Llevábamos desde finales de junio sin vernos, desde que terminamos la carrera. Habían pasado unos meses desde entonces, yo ya había empezado a trabajar y me estaba sacando un Máster online a la vez. Después de charlar un rato y ponernos al día, me dijo, algo tímida, que se había abierto una cuenta en Tinder y yo le confesé que no tenía mucha idea de cómo funcionaba, que sólo sabía que era una aplicación de citas.
—Es que llevo ya mucho tiempo sola y los chicos que conozco tienen pareja casi todos y, los que no la tienen, no me gustan.
—Muy bien. No tienes que justificarte. Es una opción más. ¿Cómo funciona?
—Pues tienes que tener una cuenta de Facebook primero.
—Entiendo. Yo me la hice hace años pero no he publicado nunca nada. Llevo tiempo sin entrar.
Raquel me pidió que me sentara pegada a ella y me enseñó su perfil, su foto y lo que había destacado sobre ella misma.
—Pones todo lo que quieras destacar de ti y el sistema te va informando de las personas que viven cerca de donde tú vives y que son afines a tus gustos. Puedes mostrar interés en ellas o no. Si alguna también está interesadas en ti, te llega un mensaje y puedes iniciar una conversación con esa persona.
—¿Y ya has hablado con alguien?
—Todavía no pero he señalado a unos cuantos chicos. ¿Tú nunca lo has usado?
—No. No tengo tiempo para parejas, ni siquiera tengo una cuenta.
—Oye, que yo te lo he dicho. Puedes confiar en mí, no se lo diré a nadie.
—Que no, que yo paso de redes sociales.
Raquel empezó a decirme que me iba a buscar, que me iba a pillar enseguida. Y yo le decía que no iba a encontrar nada, un poco sorprendida de sus ganas de chincharme.
—Lo sabía. ¡Sí tienes cuenta! Te acabo de encontrar.
—¿Qué dices? Eso no puede ser. Yo no he creado ninguna cuenta en Tinder —notaba las mejillas encendidas y el corazón acelerado.
—¿Que no? Aquí estás: Lucía Rodríguez. Vives en Santander. Tal cual.
No me lo podía creer, pensaba que me estaba gastando una broma. Le cogí el móvil al vuelo y lo pude ver con mis ojos. Aparecía una foto mía con el pelo largo y una descripción de mis gustos bastante acertada. No entendía nada.
—Raquel, te lo juro. Yo no he creado esa cuenta.
—Pues ya me contarás quién ha sido.
—Y yo qué sé.
Cogí mi móvil y accedí a mi cuenta de Facebook. Para mi sorpresa, en agosto había subido mis dos primeras fotos. En una de ellas, aparecía yo abrazada a mi amiga Elsa, con una botella de vodka en la mano y una playa al fondo. Y en la otra, salía sólo yo, sacando la lengua. Me quedé con la boca abierta.
Raquel cogió mi teléfono.
—Oye, esta foto con tus amigas es la que se ha usado para tu perfil de Tinder. Mira. Está recortada y apareces con la misma blusa. ¿Cuándo te cortaste el pelo?
—Pues en septiembre, creo. Después del verano. Me lo corté por los hombros porque lo tenía muy estropeado.
—Espera. Recuerdo que, cuando nos vimos en junio, en la cena de despedida de la universidad, me dijiste que te ibas a ir al pueblo de tus padres. Y que te haría ilusión escaparte unos días a Mallorca.
—Jo, chica. Qué memoria tienes.
Era cierto. A principios de agosto hice un viaje con Elsa y Sara, dos amigas del pueblo de mis padres. Hicimos un poco el loco, la verdad. Le pedí a Raquel mi móvil y entré en mi supuesta cuenta Tinder. Vi las fotos de algunos chicos y la miré a ella fijamente.
—¿Puede ser que yo haya creado esta cuenta cuando estaba en Mallorca y que no me acuerde?
—Seguro que no te acuerdas de muchas otras cosas que hiciste allí —dijo ella, riéndose a carcajadas.
—Sería muy raro que alguien que no fuera yo la hubiese creado, ¿no?
—Sería un delito, Lucía.
—Vale. Pues creo que puede ser que fuera yo, aunque no me acuerde. No recuerdo mucho de Mallorca pero es lo más lógico —Raquel siguió riéndose, seguro que un poco aliviada al ver que no era la única que tenía Tinder, y yo acabé sonriendo— Ya que está creada, podría probar. ¿No?
—Claro, aprovecha —me dijo, guiñándome el ojo.
Era tentador ver a todos esos chicos disponibles. Noté una mezcla de excitación y rubor que me llevó a morderme el labio con suavidad.
—Vamos, Lucía. Escoge.
Y escogí. Pensé que a lo mejor me quedaba hueco para un máster presencial.
Hola, Natalia
Has optado por un diálogo abundante entre dos personajes. Me parece un enfoque acertado porque la situación lo pide. Al final no hay mucho escándalo porque la protagonista se acaba convenciendo que lo habrá hecho ella. El relato no deja dudas para pensar lo contrario.
No he pillado lo del máster presencial. Pido disculpas por mis limitaciones.
Has escrito un texto muy verosímil y sin estridencias.
Me ha gustado.
Nos leemos.
Hola, Jose
Pues es como si le cuento un chiste a alguien y no se ríe y se lo tengo que explicar, jejeje
Ella está trabajando y estudiando online. Pero, si usa Tinder, tendrá citas, posibilidad de sexo, encuentros con distinta gente… Podrá aprender en esos otros temas, que suelen ser presenciales 😉
Gracias por comentar.
Nos leemos.
Lo que me imaginaba…
Menos mal 😉
Hola Natalia.
Siento comentarte too late. Pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Me ha gustado tu relato. Está basado en un diálogo verosímil entre dos amigas. Y como acostumbras, has hecho unos diálogos muy buenos.
A mitad del texto es cuando descubre que tiene Tinder y yo pensaba que iba a pasar algo o descubrir algún complot o algo extraño, pero al final acepta muy bien que puede ser ella misma la que ha creado Tinder y que no se acuerda. A mi se me ha ocurrido, que podría ser que en ese momento recordara, que su amiga (la de Mallorca) le hubiese creado el perfil una noche de copas y que efectivamente ella caía ahora en la cuenta de aquello que pasó esa noche… no sé, puede parecer más creíble.
Esta bien que empiece por decir que no le gustan las redes sociales y que acabe lanzándose a disfrutarlas…
Enhorabuena.
Hola, Jorge
Pues también podría ser que lo hubiera hecho una de las amigas que hizo el viaje con ella. A lo mejor, en una continuación podría descubrir que no fue ella en realidad sino su amiga jejeje Cualquier texto da pie a otros relatos 🙂
En cuanto a las redes, siempre se puede cambiar de opinión, ¿no? Siempre podemos aprender, cambiar y probar cosas nuevas.
Gracias por comentar, it’s never too late 😉
Un abrazo.
Me ha gustado tu relato, Natalia. No sé por qué, pero el personaje de Lucia se me hace honesto y creíble. Me pide un spin-off de lo sucedido en Mallorca, pero bueno, hago el trabajo de imaginarme el momento en que cuelga las fotos en facebook y abre su cuenta de Tinder. Yo no he sido nunca muy prolijo en lagunas mentales de borrachera, pero conozco ejemplos mucho peores. Me ha pasado con otros relatos tuyos, y creo que algún compañero ha comentado algo parecido alguna vez: tu prosa desprende algo de ternura y franqueza que se convierte, creo, en uno de tus puntos fuertes al escribir. También me gusta el final, ya sabes que en literatura soy algo ‘pillo’, me van los giros, las ‘debilidades’ (¿fortalezas?) de los personajes y como estas les hacen moverse y evolucionar. Al igual que me pasó en otro texto tuyo reciente, me deja un buen sabor de boca, con esa metáfora final tan acertada. Poco más que decir, en lo técnico solamente los tres ‘desde’ de las dos primeras líneas. Nos leemos.
Hola, Alberto
Me alegra que te guste y me halaga que veas ternura y franqueza en mi prosa, gracias 🙂
Creo que uno escribe como es y me resulta muy interesante observar esos matices en vosotros y en cualquier texto de alguien. Se aprende a ver más allá.
Es verdad que me podía haber ahorrado un “desde”, por lo menos, y haberlo expresado de otra forma. Gracias por hacérmelo ver.
Anotaré en la libreta ese posible spin-off en Mallorca 😉
Un abrazo.
Hola Natalia,
me ha parecido una conversación bastante fresca entre dos amigas pero quizás sean más dos amigas universitarias de hace años más que de la generación actual.
Por otro lado el final me parece un poco inverosímil que no se acuerde de nada, ni que le hubieran dado burundanga, jeje.
He percibido mucha negación de Tinder, con la cantidad de historias sorprendentes que debe haber ahí dentro.
Igual me estoy aprovechando de criticar por no haber publicado yo nada.
Enhorabuena.
Hola, Carlos
La idea era que creó la cuenta en medio de la guasa y del subidón del alcohol. Luego no se acordó más y pasaron los meses. Hasta que tuvo la conversación con su amiga.
Si quieres datos técnicos, aquí los tienes jeje
https://www.psicologia-online.com/por-que-no-me-acuerdo-de-nada-cuando-bebo-3725.html
La negación de Tinder general supongo que es por la propuesta: “Una amiga te dice que te ha visto en Tinder. Contesta: No tengo Tinder. ¿Cómo puede ser?”
Gracias por comentar.
Nos leemos 😉