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[Continuación de Camino a la farmacia]

Marc salió de la habitación de Héctor procurando hacer el menor ruido posible al cerrar la puerta. Una sirena se escuchó pasar cerca de la ventana y Marc se quedó quieto, maldiciendo al conductor que decide poner la sirena de noche y en medio de una ciudad sin tráfico. Agudizó el oído y no escuchó ningún ruido procedente de la habitación. Suspiró aliviado. Cerró la puerta del salón, por si acaso. Ya era casi la hora. Fue a la cocina y abrió el frigorífico. Se quedó un segundo mirando las baldas casi vacías. Cogió una cerveza, la última, y fue al ordenador.  Nada más sentarse sonó una llamada de Skype.

— Tío, casi no me dejas ni sentarme.

— Hola a ti también. Son las diez ya —Respondió Roberto.

— Ya, ya. Estaba acostando a Héctor.

— ¿Como esta?

— Bueno, ayer conseguí los antivirales.

— Coño, podías haber dicho algo. ¿Te han puesto pegas?

— Lo justo. Lo importante es que me las han dado.

— Claudia estaba preocupada…

— Mira, hago lo que puedo, ¿vale? — Respondió Marc. — Joder, que es mi hijo, no el vuestro.

La cara de Roberto se contrajo como si hubiese recibido un golpe en el estómago, y Marc se dio cuenta de lo que había dicho.

— Lo siento. No quería decir…

— Mira, por lo menos no lo ha oído Claudia. Estas inaguantable, Marc. Y estoy harto de verte todo el puto día con una cerveza en la mano. ¿Como demonios las consigues? Yo no encuentro ni aceitunas.

— Cosa mía. — respondió Marc. — ¿Como lo lleva Claudia?

  • Mal, no quiere que nos vayamos, pero la he convencido.
  • ¿Sigues con eso? Vais a conseguir que os peguen un tiro.
  • No quiere dejar las cosas de Julia.

Marc se calló, sin saber que decir. Aún se le hacía raro oír ese nombre. Recordó como en verano Roberto y él hablaban fantaseando si algún día Héctor y Julia se casarían o algo así. Recordarlo le dolía. Deseó que Héctor le llamase ahora, que hiciese algún ruido, algo. Algo que le dijera que estaba bien. Contuvo las ganas de levantarse a ver si respiraba bien.

  • Eh, habíamos dicho que nada de caras de funeral. — le dijo Roberto. — Ya están las cosas suficientemente mal.
  • Lo siento… ¿Y tú cómo estás?

Roberto lanzó un suspiro hastiado.

—Sabes que no quiero hablar de eso. Tengo que tener la cabeza fría. Claudia no puede.

—Entonces, ¿Para qué querías hablar hoy?

—Para convencerte. Nos vamos hoy, Marc.

—¿De tu plan? Roberto, no. No deberíais ir.

—La familia de Claudia puede acogerte a ti también. Piénsalo. Paellita valenciana todos los días delante de la playa, mientras vemos el mundo irse al garete. Ni el ejército ni los del FNC nos van a buscar allí.

—Exageras, y lo sabes —contestó Marc, bebiendo un trago.

—Madrid está al borde del colapso. ¿Ves la tele? ¿Cuándo fue la última vez que viste las noticias?

— Ayer. —Mintió.

—Entonces te habrás enterado de lo de las redadas.

—¿Qué redadas?

Roberto lanzó un suspiro de hartazgo.

—Dime al menos que has oído hablar del cordón, y del racionamiento.

Marc puso ojos como platos.

—Dios, parece que vives debajo de una piedra. Pon la tele, corre.

Marc se levantó y encendió la televisión. Las noticias estaban en todos los canales. Grupos de personas con máscaras de buceo se lanzaban a la calle, gritando y quemando contenedores. Una bandera se repetía una y otra vez: Sobre fondo azul, una cruz con una tela sobre los brazos. Muchas banderas además tenían un lema escrito: “Sangre pura”. Marc volvió al Skype con Roberto, apurando la cerveza de un trago.

—¿Pero qué demonios?

—Eso, demonios es lo que nos sobran. Madrid es como una mascletá a punto de estallar. Las fallas van a parecer un chiste.

—¿Tú crees? El ejercito hará algo…

—Han anunciado que a partir de pasado mañana van a acordonar toda la ciudad. Para proteger el suministro, o no sé qué leches.

—¿No van a entrar?

—¿Tú crees que van a entrar pegando tiros por Madrid? No, Marc.

Otra sirena empezó a sonar, y se empezaron a escuchar muchos pitidos de claxon. Marc miró por la ventana, la calle estaba llenándose de coches, y la policía no podía pasar.

—Creo que mucha gente ha tenido tu idea —Musitó Marc.

—Te lo pido por última vez. Venid con nosotros, por favor.

—No sé si Héctor podría con el viaje. Y no me voy a ir sin él —Respondió Marc. Un escalofrío le recorrió la espalda mientras lo decía, como una mala premonición. Roberto suspiró de nuevo.

—Entonces déjame llevarte una cosa antes de irme. Me sentiría mal si te dejara atrás sin más.

—¿El qué? —Preguntó Marc, sin entender.

—Esto— Dijo Roberto, mostrando una pistola por la pantalla.

—¡Joder! ¿De dónde demonios has sacado eso?

—No preguntes tonterías, Marc. Claudia y yo salimos esta noche. Ella está terminando las maletas. Pasamos por tu casa, te doy un toque al telefonillo y te lo dejo en el rellano para que lo cojas. Nos marchamos, Marc.

—Espera, Roberto. Esto es una locura. Esto es Madrid. Esto no puede estar pasando. Esta la policía, y el ejército.

A lo lejos, sonó una explosión y el ruido de los cláxones y las sirenas se hizo más intenso. La conexión de Skype empezó a fallar, y a duras penas pudo entender lo último que dijo Roberto antes de que se cortase la llamada.

—Espéranos despierto.

 

 

 

Join the discussion 4 Comments

  • Alberto dice:

    Lo que más me gusta es como dibujas la situación poco a poco, de modo que el lector se pregunta: ¿qué está pasando? Tanto por el destino de Julia como por la situación en Madrid. Creo que lo más potente del texto es el sentimiento de paternidad, la enfermedad del hijo, el drama de la otra pareja, la fantasía truncada de boda de los críos, eso es lo que transmite más miedo. Me parece una buena idea la conexión por Skype, para meternos emocionalmente en un confinamiento que ya conocemos demasiado bien. Por otro lado, muestras bien (como en tu texto anterior) las posibles consecuencias políticas y sociales de la crisis: las hordas destructoras, con esas banderas… Y me ha gustado mucho el final, la confusión de Marc y esa frase: ‘Espéranos despierto’.
    Como cosas que le han surgido a este lector: me quedo con la duda de por qué Valencia es un lugar seguro mientras el resto del mundo se va al garete. No entiendo muy bien lo de ‘una cruz con una tela sobre los brazos’. Al principio del texto la ciudad está sin tráfico y al final de una breve conversación la calle se llena de coches. Se hace raro que la conexión de internet falle como si fuera por culpa de los disturbios. Seguro que son cosas explicables, pero me han quedado esas dudas.
    (Si te ha salido esto en ‘Amistad’, ¿que te saldrá con ‘Ciudad en ruinas’? Jejeje)
    Gracias por el texto. Nos leemos.

  • Natalia dice:

    Hola, Yuri
    He conectado con tu texto enseguida, todo me resulta familiar. La sensación de pánico, de descontrol, el aislamiento, las decisiones a la tremenda… Leer que es la continuación de Camino a la farmacia te pone en modo tenso, triste y desesperanzado.
    Creo que ha sido una forma de sacar tus miedos afuera. Reconozco en tu texto el sentimiento al ser madre/padre, el querer proteger a tu hijo pero darte cuenta a la vez que la vida es muy incontrolable. Que las cosas suceden y no hay más que hacer (te lo han hecho aprender muy pronto, compañero).
    Y llegar a la dura conclusión de que no podrás protegerles totalmente. Y aquí están ellos, nuestros hijos, a los que juramos proteger en cuanto los conocimos, confinados y con unos padres temerosos del futuro, no sólo del suyo propio sino del futuro de la vida tal y como la conocíamos.
    Como a Alberto, también me surgen dudas. No soy capaz de imaginar esto: “Sobre fondo azul, una cruz con una tela sobre los brazos.” Debe de faltar alguna palabra.

    En cuanto a lo formal, hay partes de diálogo que tienen puntos en lugar de guion. Eso se ve repasándolo.
    Luego he visto varias cosas.

    Después del guion, minúscula porque no hay ningún punto, y la palabra pegada a él. Por ejemplo:
    “—respondió Roberto.”
    “—respondió Marc.”
    Y aquí también en minúscula, después de la coma.
    “—Entonces, ¿para qué querías hablar hoy?”

    Te han faltado acentos en estos “como”:
    “—¿Cómo está?”
    “¿Cómo demonios las consigues?”
    “Recordó cómo en verano…”
    https://www.fundeu.es/recomendacion/como-con-sin-tilde-diferencia/

    He visto que faltan dos tildes:
    “Estás inaguantable, Marc.”
    “Está la policía”
    “Marc se calló, sin saber qué decir“

    Las puntuaciones en estos diálogos tendrían que ser así:
    —Cosa mía —respondió Marc—. ¿Cómo lo lleva Claudia?
    —Eh, habíamos dicho que nada de caras de funeral —le dijo Roberto—. Ya están las cosas suficientemente mal.
    —Ayer —mintió.

    Y aquí yo habría puesto puntos suspensivos para que se note que le corta. Sino faltaría un verbo.
    —¿Pero qué demonios…?

    Enhorabuena por tu trabajo y ánimo. Todo saldrá bien.
    Nos leemos 🙂

  • Jorge dice:

    Hola Yuri.
    Me gusta tu relato, me gusta que lo hayas escrito y que sigas enganchado a nosotros. Muchas gracias.
    Tu historia engancha desde el principio. Creas una atmósfera de intriga, en la que cual nos mantienes expectantes de los siguientes acontecimientos. Creo que otro acierto de tu relato es que la mayoría de él es en estilo directo y esto hace que empaticemos mas rápido con el personaje y su amigo.
    El hecho de que hayas continuado la historia de la farmacia lo veo también en positivo, Es un pedazo de historia que hace tu historia mas larga. Quien sabe, tacita a tacita… si te viene continuación de la historia, por favor, no dejes de escribirla, sea cual sea la consigna.
    Es curioso la fuerza que tiene el personaje de Claudia sin ni siquiera aparecer. Se acaba por hacer presente todo el tiempo. El cierre también es bueno.
    Como a otros, se me ha hecho demasiado precipitado el giro de la nada absoluta a una calle inundada de alboroto y fuerzas del orden. Creo que la idea necesita de mas texto para que vaya evolucionando. Sin embargo se ven muy buenas intenciones en tu redacción, porque aparece una sirena al principio, cuando esta acostando a Héctor. Ese tipo de enlaces son los que ayudan a coser la historia.
    Que me ha encantado y que gustaría saber mas de Marc.
    Un fiel lector.

  • Carlos dice:

    Hola Yuri,
    me ha gustado tu texto, el hecho de saber que es continuación de Camino a la farmacia ya me pone en situación.
    Lo que si veo es que la transición desde ese episodio se produce muy rápido y el entorno cambia mucho, quizás sería mejor una transición más lenta.
    No se si trata el tema de la amistad, la ciudad en ruinas o las dos, cumpliría con cualquier de ellas. Con esa simple conversación por skype nos amplias el circulo de la historia, con los padres de Julia, todos sintiendo las perdidas y con una ciudad que se desmorona alrededor.
    Enhorabuena.

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